Los geoquímicos secan las muestras antes de la preparación y el análisis por diversas razones importantes:
Eliminación de humedad: El secado elimina el contenido de agua que puede estar presente en las muestras de suelo, sedimentos o roca. Esto es fundamental porque la humedad puede interferir con la precisión de las mediciones, específicamente en técnicas donde se calcula el peso, la masa o la concentración.
Consistencia en el peso y la composición: El secado garantiza que la masa de la muestra se mantenga estable. El contenido de humedad puede variar entre las muestras, lo que puede generar incoherencias en el peso y el volumen, lo que a su vez podría afectar la reproductibilidad y la precisión de los resultados cuantitativos.
Prevención de reacciones químicas: El agua puede facilitar reacciones químicas no deseadas, como la oxidación, la hidrólisis o la lixiviación de ciertos elementos. El secado evita estas reacciones y conserva la integridad química de la muestra.
Mejor homogeneidad:
El secado puede facilitar el chancado de la muestra hasta obtener un polvo fino y homogéneo, lo que es fundamental para obtener submuestras representativas y garantizar una distribución uniforme de elementos durante el análisis.
Mejor rendimiento analítico:
Muchas técnicas analíticas, como la fluorescencia de rayos X (XFR), la espectrometría de masas con plasma de acoplamiento inductivo (ICP-MS), y otros, requieren que las muestras estén secas, en forma de polvo. Las muestras húmedas pueden causar bloqueos de los equipos, interferencias de la señal o degradación de la precisión de las mediciones.
Por lo tanto, el secado es un paso fundamental para garantizar precisión, consistencia y exactitud en los análisis geoquímicos.